Tau Cruz ______________________________ Hoy debe haber sido un buen día para pasear por el Rastro y lo echo de menos, pero cogeré de la mano al HOMBRE DESPLEGABLE y evocaré el momento en que nos encontramos… no hace tantos años, detrás de los cachivaches que se amontonaban en el suelo de la calle, y tras una puerta entreabierta donde se vislumbraban otros mundos. Traspasé aquel dintel con permiso de su dueño y no fue poca la sorpresa. Era otra dimensión, oculta, eso sí, a las miradas del paseante habitual y diría que en un caos mayor que el del exterior, pero donde era más fácil posar la mirada en cosas de mi interés. Buscaba libros y objetos para mi ecléctica colección al tiempo que para dotar al que finalmente sería el MUSEO DE LA ESCRITURA en El Pedroso(Sevilla). Y allí estaba, en una desvencijada estantería, entre el tomo IV de la III edición de 1737 del TEATRO CRÍTICO UNIVERSAL de Fr. Benito Jerónimo Feijooó y un viejo, completo y bien conservado ÁLBUM DE NESTLÉ. Lo extraje con cuidado, pues su portada impresa y sin ninguna protección podía sufrir daños irreversibles. Lucía radiante y esplendoroso EL HOMBRE, representación gráfica de su estructura, en cinco láminas sobrepuestas. -Encuentras algo? - oigo a mi espalda el esforzado vozarrón del dueño de aquella cueva del tesoro, mientras extrae lo que me parece un yugo que en difícil equilibrio formaba parte de semejante caos. Al sacarlo, la bujía de luz se estremece, haciendo que las sombras proyectadas den vida a tanta historia. Espero un momento a que termine el trato con el seguro comprador. La bujía calma su oscilación lentamente y las sombras que se cernían amenazadoras dan paso a que, finalmente, cliente y vendedor aúnen el ritmo, saliendo como ungidos con la pesada carga. -Tu sigue ahí sin prisas. Pero no salgas con las manos vacías. - Me alienta tras el terremoto y aún saliendo ambos por la puerta en semejante ayuntamiento. Y no, no saldré de vacío. Al abrir el extraño formato vertical de 43 x 19 cm. de pocas hojas y con un bigotudo señor en portada, abierto su pecho cual expoliada momia egipcia, quedé estupefacto, emocionado, y sorprendido de que aquel desplegable anatómico, fuera tan exhaustivo y estuviera en tan perfectas condiciones. Una auténtica obra de arte en el mundo de la impresión y el troquelado; todo se muestra independiente y conforme voy levantando órganos, el siguiente oculta al que le precede y así hasta… ¡qué maravilla! El corazón parece latir como el mío y como el del arqueólogo ante un hallazgo... y mucho más que el de un buscador de setas ante un roal de idems, que también sé de ello. Me calmo, ojeo otros ejemplares y objetos a mi alrededor y allí, apilado, aparece GIL BLAS DE SANTILLANA del francés René Lesage obra que finalizó en 1735 y es considerada la última gran novela picaresca de la época. El ejemplar que está en mis manos es de 1892 y su gran numero de | ilustraciones impresas en huecograbado y sobreimpresa en tinta oro, ya merece que se venga conmigo, ¿su estado? Muy aceptable.Y sigo admirando a mi hombre en todo su esplendor anatómico. La edición es de 1902. Busco en el móvil al editor “...Bailly-Baillière fue una librería editorial establecida en Madrid en 1848 por Charles Bailly-Baillière, como filial en España de la editorial del mismo nombre fundada en Francia por su padre...” -Estoy seguro que vamos a llegar a un acuerdo – le digo a mi hospedador, pues por el tiempo que llevo allí dentro más parezco un huésped que un comprador. Y de eso me valgo para empezar a negociar. ¿Alquilas habitaciones? Le digo, rompiendo el hielo con humor; y es que, por mi, me quedaba registrando en aquel magma del pasado. - Pues nada, te dejo las llaves y nos vemos el próximo domingo – me contesta. Y sacándolas del bolsillo, las pone sobre una bandejita y me las ofrece con gesto de simpatía y amabilidad. -Anda llévatelo que me parece que te ha gustado el muchaco. - No me desagrada, no – le digo – pero tendré que buscarle pareja. - Pues de aquí saldrá soltero, que no estoy yo para compromisos. Finalmente y aunque sin pareja, que aún ando en ello pues se resiste, se unieron a “mi hombre”, Don Gil Blas de Santillana y Fray Benito con sus disquisiciones, endulzándolo todo Nestlé desde su álbum de los años 30. De este modo, la negociación transcurrió dentro de lo más propicio para ambas partes, así que, sabiendo donde estamos y hasta donde llegamos, todo fue fácil y la felicidad por salir de una buena partida de viejo se compensa con la de conseguir la emoción de recuperar parte de nuestra historia, que tan adecuadamente preservó el chamarilero y ¡a qué precio!. Gracias a cuanto vendedores del Rastro (el madrileño y tantos otros) hacen que esas, y muchas otras historias, no se conviertan en basura. Y cómo no, al amigo Fernando Aguado, que con su puntual información y fotos de la jornada nos tiene al día a los ausentes. Pulsa AQUÍ para recorrer EL RASTRO con este mapa |