Día 25 y 26 de Octubre.
Visitas de ambos días, mañana y tarde y... cierre de la emisión. ROMA Seguimos los pasos de nuestro Santo en su recorrido, y dado que a Roma se fue a que el Papa Inocencio III le aprobara la primera Regla de la Orden, ni cortos ni perezosos allí nos plantamos… y tal que así nos lo encontramos en este grupo escultórico frente a San Giovanni Laterano, sede papal entonces y donde sería recibido por el Pontífice. Ni bajar maletas en el hotel, nada, directos desde Asís hasta lo más profundo de la Ciudad Eterna, a las catacumbas de San Calixto. Este laberinto hacia el más allá fue nuestra primera visita matutina y, a la espera de entrar, nuestro fotógrafo oficial sorprende a algunos así de meditabundos, quizá por el laberinto en el que nos vamos a meter en breve. Aquí querría haber visto yo a Ariadna.
Bromas aparte, no conocía este lugar y resultó de lo más interesante. La historia de los principios del cristianismo se escribió con la sangre de sus mártires y las persecuciones sufridas hasta que el Emperador Constantino llegó al poder (aunque aquellos mártires no serían los últimos, pero esa es otra historia). Muchos fueron enterrados en estas catacumbas y otras por toda Roma, evidentemente no solo ellos. La de San Calixto, que es la que visitamos, son de una magnitud impensable, 20 kms de galerías en cinco niveles y 25 metros de profundidad en una superficie de 15 hectáreas; durante el tiempo de su uso acogieron a cerca de quinientos mil difuntos en los que se incluyen dieciséis papas. Y ahí estamos, bajando a este otro mundo, pues no deja de impresionar la historia que en este sagrado subsuelo se acumula. Hoy se nos ha hecho común la incineración, pero entonces los cristianos no asumían esta costumbre pagana. El crecimiento de sus comunidades fue exponencial en un mundo, el romano, donde la discriminación del individuo por infinidad de causas era lo establecido en la sociedad, y es que el cristianismo, como dice el franciscano capuchino Fidel Aizpurua, fue para los primeros seguidores de Jesús “una espiritualidad de amparo, de acompañamiento y de resistencia esperanzada”. La promesa de salvación era para todos los seres humanos a través del sacrificio de Cristo, lo que fue un cambio absoluto de paradigma. En la base para crear estos cementerios colectivos, estaba el asegurar que los más pobres tendrían una digna sepultura y dado el elevado precio del suelo en Roma, se convirtieron en los lugares para el descanso eterno de la comunidad cristiana.
Las catacumbas romanas en general, comienzan a realizarse a finales del siglo II. Tras la caída del Imperio Romano en el siglo V, con el catolicismo plenamente consolidado, algunos de los restos y reliquias que contenían fueron trasladados a las iglesias, por lo que estos lugares de enterramiento terminaron por clausurarse.
Contienen numerosos vestigios de arte paleocristiano además de esculturas posteriores como la de Santa Cecilia realizada en 1599 en la cripta que lleva su nombre y que visitamos. Con este plato fuerte de entrada, se avecinaba un día completo y como anticipándose a las circunstancias que impidieron alguna visita programada, no faltaron otras que no lo estaban. Una de ellas fue al que por entonces se le llamó Anfiteatro Flavio por la dinastía que lo llevó a cabo, pero que la colosal estatua de Nerón, que este emperador se mandó hacer, le daría el popular nombre con el que se conoce hasta hoy.
Y ahí sigue, erguido, majestuoso y tan colosal… y Ridley Scott esperándonos en el cine para ver Gladiator II y cuanto allí sucedía. Bueno, sin querer desvelar detalles de la trama de la película, creo que el director se ha pasado un pelín al meter tiburones entre las fieras del Coliseo, lógicamente inundado de agua salada, pero oigan, no se la pierdan, aunque de esos tiburones no haya constancia.
De lo que queda constancia es que, nosotros, allí estuvimos. Ánimo, un paseíto y en nada en San Pietro in Vincoli donde veremos las cadenas con que apresaron al primer papa de la cristiandad... ¿Cerrada? No es posible. Uff, menos mal, abren por la tarde pero... tras subir por el túnel🥵hay que bajar.
Se acerca la hora de comer y a dos pasos del restaurante nos espera otra compensación fuera del programa. Bueno, a más de “dos pasos” estaba el restaurante y el cuerpo agradece un descanso, además de lo que a diario comen los italianos. ¿O ese día fue risotto? Lo que más agradecimos fue el relax que ofrecía la “ora di pranzo”. Llevábamos una media de 8 kms diarios y esta jornada iba a superarlo con creces. Tras la visita matutina, el restaurante le iba al pelo, pues tenía un aire así como para... el descanso eterno, pero es que, además, comimos muy bien.
Día 25 de Octubre.
Visitas de la tarde. ROMA Afortunadamente, “a pochi passi dal ristorante” está Santa María Maggiore. Ya sabéis, una de las cuatro basílicas mayores y la iglesia más antigua dedicada a la Virgen… también conocida como “Basilica di Santa Maria della Neve”, de ahí que nos contara Pablo sobre aquella milagrosa nevada caída en el monte Esquilino ¡el 5 de agosto! del 358 sobre cuyo manto blanco el Papa Liberio mandó levantar este templo dedicado a la Virgen. El cambio climático no es de anteayer. Aquella primera iglesia fue creciendo con el tiempo y cada época y pontífice tuvo su aportación. En un momento dado se la conoció por “Santa Maria ad Praesepem” (Santa María en el Pesebre) pues a mediados del siglo VII llegó un regalo extraordinario desde el Patriarca de Jerusalén al Papa Teodoro I, oriundo de la Ciudad Santa. Se trataba nada más y nada menos que de maderas del pesebre donde según la tradición había nacido Jesús, además de las telas que envolvieron su cuerpo recién nacido. Los escépticos mejor dejamos estos hechos en el ámbito del respeto a la devoción de los creyentes, máxime si como dice un amigo, somos “católicos culturales”.
Quienes bajamos a la cripta pudimos contemplar la urna de plata contenedora de estas reliquias que, analizadas científicamente en 2018, corresponden a la época y zona del nacimiento del Mesías. Allí, en posición orante, sorprende la gran escultura de un papa que, arrodillado sobre un reclinatorio, eleva su vista orando ante la Santa Cuna. Se trata de Pío IX, y la mandó hacer León XIII como homenaje por haber sido el Papa que en 1825 proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Y dado que buscamos nexos franciscanos a nuestro recorrido, bien me decía Amelia el vínculo que siempre existió en la Orden, desde San Francisco, en la creencia y defensa de la Concepción sin mancha de María, siendo el franciscano,
teólogo y filósofo Beato Juan Duns Scoto, a finales del siglo XIII y principios del XIV, quien puso la piedra angular en aquella defensa, quedando para siempre su frase que cerraba aquel debate como síntesis del mismo, refiriéndose a Jesús como Dios hecho hombre y salvador de la humanidad en relación a salvar a su madre del pecado original en el momento mismo de la concepción: “Potuit, decuit, ergo fecit” (pudo, convino, luego lo hizo). Podía hacer a su Madre Inmaculada, convenía que lo hiciera, luego lo hizo.
Aparte de este valor espiritual, otros miembros de la orden de los menores, dejaron su impronta en la Basílica de Santa María la Mayor, también en el aspecto artístico como el ya citado primer papa franciscano Nicolás IV que reconstruyó el ábside ampliándolo hacia atrás y encargando los mosaicos al también fraile menor Jacopo Torriti en el año 1295, y que está considerado el último llevado a cabo con la técnica usada por los bizantinos, además de ser la primera representación iconográfica que se hacía en Italia de la Coronación de María por Cristo. También este Papa dejará allí otro legado de un tema emblemático para la Orden y para la Basílica tan vinculada a la Natividad del Señor. En 1289 encargó a Arnolfo di Cambio la realización de las que se consideran las primeras figuras realizadas expresamente para el montaje de un belén, concretamente en torno a la Santa Cuna. Se conservan la Virgen con el Niño, San José, los tres Reyes Magos y las cabezas de la mula y el buey.
Aún no hemos hablado de Bernini, habrá tarde, pero la última curiosidad que os cuento de esta basílica es que aquí se encuentra su tumba. Por cierto, muy modesta.
Y volvimos a San Pietro in Vincoli (San Pedro encadenado) Roma está llena de reliquias y tradiciones, y ésta nos retrotrae al momento en que Pedro, estando preso por Herodes es liberado por un ángel. Aquellas cadenas están expuestas bajo el altar mayor, unidas milagrosamente a las que llevó en otro momento de cautiverio siendo liberado por dos de sus carceleros convertidos al cristianismo. Al huir de Roma para evitar el martirio, Cristo se le aparece cargando con la cruz… Todos tenemos la historia en la mente, más que por los “Hechos de los apóstoles” (Hechos de Pedro) por aquella novela Quo Vadis y consiguiente película que pocos no habremos leído o visto. “Quo vadis, Domine” (¿A dónde vas, Señor?) Le pregunta Pedro, a lo que Cristo responde: “Romam vado iterum crucifigi” (Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo…). El que se conserven estas reliquias, unos lo verán como leyendas, otros como valiosos hechos históricos y otros le unirán la parte espiritual que conllevan. Lo cierto es que son experiencias, lo quieras o no, que se hacen trascendentes. Pues sí, justo allí también (y a mí siempre me ha parecido como arrumbada) está la que iba a ser tumba del Papá Julio II. A Miguel Ángel debió sentarle a cuerno quemado la decisión de parar este mausoleo y dejarlo cómo y dónde lo vemos. Con todo, y reincido, me abruma tanta monumentalidad en un escenario tan pequeño ¡qué digo! hasta a Moisés se le ve agobiado, adusto, y con un rictus que da miedo pensar que esa blanca mole de mármol se levante llena de vida y estampe contra el suelo las tablas de la ley ¡Por Dios, qué fortaleza y verismo nos muestra aquel liberador profeta! Es pura tensión reflejada hasta en el más mínimo detalle. Bueno, ya sabéis que se cuenta, se dice..., que cuando el artista vio acabada su obra, tan perfecta, no se le ocurrió otra cosa que decirle: Levantate y anda.
Una obra merecedora de la atención de muchos eruditos y que ha dado para muchos libros y artículos, incluyendo a Sigmund Freud que en su contemplación se pasó horas. Por extraer uno de los de detalles de cuantos la analizaron, os refiero el de la tensión que crea el dedo índice de la mano derecha al alzarse ligeramente sobre el pequeño músculo llamado extensor digiti minimi y que Miguel Ángel lo hace visible, porque solo lo es si se produce esa pequeña acción del referido dedo. Sublime.
Con semejante muestra ¿Cómo sería haber llegado a completar el mausoleo previsto con las más de cuarenta esculturas del proyecto inicial? Finalmente, y dado que había que priorizar las obras de construcción de la Basílica de San Pedro, quedó como cenotafio donde hoy se encuentra.
No me extenderé en más datos, pues su conocimiento va más allá de aquellos nuestros libros de historia del arte, pero siendo la tercera vez que tengo la oportunidad de contemplarla me sigue sobrecogiendo tanta perfección. Comenzaba este relato de Roma diciéndoos que seguíamos a nuestro Padre Francisco cuando por aquí llega al encuentro con el Papa Inocencio III para que le aprobara la primera Regla de la Orden, pero la realidad es que nos fuimos en directo a las catacumbas de San Calixto. Bien, pues llegó la tarde y como os muestro en la foto que encabeza este día, allí nos lo encontramos junto a los suyos en monumental piedra frente a San Juan de Letrán, efectivamente: donde se encontró con aquel Pontífice... |
Así que, para no salirnos de la literalidad del relato, justo ese día y a esa hora se le ocurrió al Papa Francisco clausurar allí un Congreso diocesano… pero a diferencia de aquellos frailecillos, no pudimos traspasar las puertas de tan extraordinaria Archibasilica Sanctissimi Salvatoris et Sanctorum Ioannis Baptistae et Ioannis Evangelistae in Laterano, que pasado del latín al español es nombrada como la Catedral Archibasílica Papal del Santísimo Salvador del Mundo y de los Santos Juan Bautista y Juan Evangelista en Letrán, abreviando, más conocida por “Archibasílica de San Juan de Letrán” o sencillamente San Juan de Letrán. Bien, pues podía resultar hasta lógico lo que nos pasó dado que es ¡la Catedral de la diócesis de Roma! donde se encuentra la sede episcopal del obispo de… Roma, es decir, su Santidad el Papa. Dicho lo cual, en la calle nos quedamos. Una pena pues su valor histórico y artístico son de primer orden.
Y para que quede constancia, ahí vemos al papa Francisco tal como ese día, mientras nosotros estábamos a las puertas sumidos en el desconcierto.
Solo una breve referencia ante la frustrada visita de la iglesia más antigua del mundo y cuanto la rodea. A comienzos del siglo IV, el emperador Constantino cedió al Papa un palacio para que fuera su residencia oficial. El nombre por el que lo conocemos procede de los propietarios originales, la familia romana de los Plauzi Laterani. Así, la Sede Apostólica radicaría durante más de 1.000 años en San Giovanni Leterano, hasta que en el siglo XIV, la sede central de la Iglesia católica y la propia residencia del Papa se trasladaron al Vaticano. La Iglesia original fue consagrada por el papa San Silvestre en el año 324. La basílica barroca que vemos hoy es consecuencia de la gran transformación que llevó a cabo Francesco Borromini en el siglo XVII. Impresiona tanta grandeza como las enormes estatuas de los apóstoles a lo largo de la nave central. En el magnífico ciborio gótico se encuentran las reliquias de las cabezas de San Pedro y San Pablo. Ante la situación que nos había creado, repito, su Santidad el Papa, anticipando su agenda a la nuestra, el desorden se adueñó de la “formación” y cada cual tomó el rumbo que le pareció. Unos se dirigen a la Escalera Santa, (aquella que, según la tradición, Santa Elena, madre de Constantino I, hizo traer desde Jerusalén al tratarse de los escalones que subió Jesús para ser juzgado ante Pilatos) otros se quedan en la misa que se celebra en la iglesia que allí se encuentra… los menos toman plácidamente un refrigerio en un bar junto al autobús y ni con el paraguas azul, cual señuelo inductor, conseguimos seguir el programa, ya había que estar en la iglesia de Santa María de la Victoria contemplando una de las obras más singulares y extraordinarias de Bernini.
Esto es “un no pará”. Pero sin duda esta visita merece la bulla que les doy a Inés y Lorenzo, que no encuentran semáforo por donde cruzar la vorágine del tráfico en la Piazza di San Giovanni Laterano.
Unos por otros y la casa sin barrer, que decía mi abuela, con lo que, llegados a la chiesa di Santa Maria della Vittoria ¡había pasado la hora de visita para grupos! ¿Pero ni individualmente? la iglesia está a punto de cerrar. Bueno, alguno consiguió entrar, pero el recogimiento de los fieles, y nuestro pudor, no dio para mucho más que esta foto de Joaquín en la que, a la izquierda, bajo el foco ¿observáis unos señores en un palco realizados en mármol? Fijaos bien que después os cuento. Bueno, pues pese a cargar la tarde con otra frustración... nada de apuros ni enfados, ¡qué grupo más fetén! Además, Roma siempre te compensa: frente a la iglesia está la monumental Fontana dell'Acqua Felice, donde terminaba el acueducto del mismo nombre cuya restauración para uso de la ciudad se llevó a cabo por el papa Sixto V ¡que también era franciscano! Y que, en su corto papado, de 1585 a 1590 en que fallece, impulsó reformas importantes en la iglesia al tiempo que realizaba obras que marcarían para siempre el urbanismo de la Ciudad Eterna.
El Moisés de la fuente le salió al escultor algo rechoncho y fue objeto de críticas ya desde su inauguración - pese a inspirarse en el de Miguel Ángel - por lo que los romanos decidieron renombrarlo con el fin de que no hubiera confusión, como el "Mosè ridicolo". Entonces ¿qué dejamos de ver en Santa María de la Victoria? Ya sabéis que gran parte del recorrido, se basaba en el viaje que habíamos realizado Amelia y yo años atrás, así que tanto nos gustó esta visita que también la programamos para la ocasión porque, el Éxtasis de Santa Teresa, es hasta en opinión de su autor, Gian Lorenzo Bernini, su mejor obra, y mira que son abundantes.
Ante ello, no me resisto a dejar constancia de lo que no pudo ser. Espero sirva como incitación para volver con más tiempo y sosiego.
La media luz del atardecer sigue siendo intensa comparada con la recogida penumbra que siento en el interior de la iglesia, pese a que luminosas lámparas se esfuerzan por contradecirme. Mi recuerdo, como la iglesia barroca más bella de las que visitamos en Roma (que me excuse San Ignacio, porque también la suya es de otro mundo) queda sumido en un lejano tiempo. Una red cubre el techo tras el que supongo continúa el fresco de “El triunfo de la Virgen sobre las herejías”; las esculturas de los ángeles que lo rodean se ocultan en la penumbra de las restauraciones que afortunados peregrinos del Jubileo 2025, disfrutarán a placer... Y allí, a la izquierda, como os decía antes, siguen los miembros de la familia Cornaro en el palco, contemplando el éxtasis de nuestra Santa de Ávila como si se tratara de la mejor obra de la temporada teatral.
Solo me queda extraer aquel recuerdo de cuando, extasiados también, compartimos con la familia del cardenal la explosión creativa que salió de las manos de Bernini. Si leemos el relato que de ese momento hace Santa Teresa, entenderemos cómo el artista lo materializa, uniendo misticismo y sensualidad para traspasar la frialdad de la blanca e inerte piedra, infundiéndole espíritu en el trance del supremo encuentro con Dios. Sí, me pongo trascendente y algunos sabéis que hasta me contrarié (lo siento) por no llegar a tiempo y que pudierais haber sentido esa emoción que nosotros vivimos. Fue un encargo del Cardenal Federico Cornaro para su capilla funeraria así que nada como la familia para contemplar tan maravillosa escena desde tan privilegiados palcos, a ambos lados del altar. No cabe duda de que la teatralidad que caracteriza al barroco italiano tiene aquí el exponente perfecto, y para mí, esto fue lo que magistralmente Bernini lleva a todo este espacio, el concepto de "romper la cuarta pared" que concebiría Diderot en el siglo XVIII, cuando los personaje del escenario interactúan con el espectador. En este caso, nadie como él supo llegar a una forma tan perfecta de trascender más allá del espacio escénico. ¿Y de la iluminación qué decir? Genialidad absoluta al usar la luz natural que viene desde arriba mediante ventanales "invisibles" que abren al exterior y proyecta sobre la obra semejante halo celestial, de este modo toma recursos propios del claroscuro en la pintura, que acentúa con los rayos de bronce dorado, reforzando con tonos amarillos en la vidriera. Un conjunto de técnicas que responden a la propia concepción de Bernini en toda su obra: "El valor del arte reside en la ilusión que nos produce. La maestría del artista consiste en el hecho de que su obra dé sensación de realidad, aunque todo en ella resulte ser artificioso." Pese a tan narrativo conjunto, la escena de la transverberación concentra todo el interés de quien accede a la capilla como si unas invisibles líneas de fuga nos llevaran irremediablemente a ella y así del ángel pasamos a la flecha dorada y de ahí al rostro de Santa Teresa que refleja el abandono entre el dolor y la felicidad suprema de su entrega a Dios... sin duda Bernini leyó el relato escrito por la Santa de aquel momento de goce místico“…Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas (…) y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios…”
Es hora de parar. Ni dudes que llegamos al hotel con ganas de descansar. Por cierto, muy cómodo, nuevo y estupendas habitaciones. La cena "al dente" como no podía ser menos, aunque este chef debía encontrarse en el equipo de los puristas en cuanto a lo de “al dente” pues por poco dejo allí alguno. La edad no perdona.
Día 26 de Octubre.
Visitas de la mañana y la tarde. ROMA Roma es inabarcable y tampoco era cuestión de desmentir aquello de que todos los caminos… habrá tiempo, que dos días ya van preñados si le incluyes el Coliseo y los Museos Vaticanos, con las estancias de Rafael, Capilla Sixtina y Basílica de San Pedro... y un Paracetamol cada ocho horas pa los dolores. Por Dios ¡Pero si solo los Museos que iniciara el Papa Giulio II della Rovere tienes para quedarte allí una semana! A nosotros, dos-tres horas nos dieron para echar un paseo museístico de más de 7 kms. de recorrido -lees bien ¡siete! - Eso sí, nos llevamos en la retina lo más granado. Y en estas ¿Cómo pudo pensar aquel vigilante que Mª Carmen Díaz iba a llevarse aquella estatua para ponerla en un rincón de su casa? ¡Si sólo quería probarse el vestido!
No, la mañana no daba para más, así que tras irnos al Trastevere a comer ¿andando? Nos lo pareció, la tarde fue para la Basílica de San Pedro. Sin palabras. Casi todos la visitasteis y el asombro ante lo que nos rodea es el mejor colofón, así que extenderme haría este relato inacabable (cosa que ya hace un rato que lo parece, lo sé lo sé).
En nuestro caso, anteriores visitas se unieron al agotamieeeeeeeento y en el Cafe San Pietro, con vistas a la columnata de Bernini (Bernini de nuevo) tomamos un Aperol que me supo a gloria (bendita), en compañía de Esteban y Chema. Las maletas están cargadas en el autobús desde que salimos por la mañana del hotel, y el chauffeur ya nos espera en el aparcamiento subterráneo de la plaza de San Pedro.
Hemos concluido ¿Qué no es posible? La media finalmente ha sido de 9 km. diarios, 43 peregrinos dan fe de ello. Pero en esos “estar”, los pasos eran paseos, las palabras conversaciones que nos acercaban, las comidas y sobremesas distendidos momentos de charlas, chascarrillos, alguna que otra trascendencia ¡y pasta! sobre todo, mucha pasta… Que no se diga que a este viaje le ha faltado, también, el arte culinario italiano en forma de Tagliatelle, Ravioli, Fusilli, Gnocchi, Penne, Farfalle… eso sí ¡Al dente! Juanjo, educdo donde los haya, no pudo resistirse más… - …oiga le puede dar un hervor? quesque aún tengo los dientes de leche. - Ma cosa mi sta dicendo questo pazzo? - … Non fare ni caso signorina - chapurreé en un intento conciliador. Ante la alarmada mirada de la camarera rectifiqué con sonrisa azorada, creo que “caso” pudo entenderlo como el, en ocasiones, malsonante “cazzo”, así que me esforcé en mi italiano: - mi scusi, non gli presti attenzione, prego. Dicho lo dicho, nada mejor que concluir con humor ¿qué os parece esta imagen para el epílogo? Y de postre un MichelAngelo. - A mi póngame un Bernini. - ¡Marchando! - Oiga, Oiga - Dice Lorenzo - para mí un Lorenzetti... ¡Para qué contaros! Vale, vale, ya no cuento más. Bueno, una mijinina de na:
(se lo digo a Amelia que me conmina a que pare ya) No, no dio tiempo a ver la Fontana de Trevi, pero nada de apuros, te dejo enlace para que veas lo que está sucediendo ALLÍ ahora mismo. Dicho lo dicho, esa noche a dormir en casa distribuidos por los madriles y territorios varios del reino patrio, contando a nuestros amigos y familiares las andanzas y buenos momentos vividos en este espiritual, artístico y fraternal decimoséptimo encuentro de los frailinos que, aunque no estuvieran todos, todos estuvieron en nuestros pensamientos, añorando ya los buenos momentos vividos y esperanzados en veros a TODOS en el próximo XVIII ENCUENTRO DEL COLECTIVO PAZ Y BIEN. 🤗 |