ASÍS Y OTROS LUGARES FRANCISCANOS
Crónica del XVII Encuentro del Colectivo Paz yBien Tomás L. Chaves Antolín
Queridos frailinos, con este breve relato (¿breve? ¡Ni lo soñéis!) quiero haceros partícipes a tutti quanti no habéis podido acompañarnos en esta vivencia tan especial.
Antes de nada, una breve introducción referida al porqué se decidió “tamaña aventura” para el encuentro de 2024. Años atrás, el P. Rafael me regaló un libro sobre San Francisco y de ahí nos surgió la idea a Amelia y a mí de seguir la ruta que nos marcaban sus páginas, en sendos viajes, claro es. En diferentes momentos sugerí a miembros del colectivo programarlo para uno de nuestros encuentros. No cuadró y otras propuestas iban dejando a un lado este hito imprescindible para cualquier frailino que se precie. Qué duda cabe que particularmente sois muchos los que habéis realizado la visita de Asís y otros lugares de Italia, pero me parecía... interesante, poder hacerlo en común. Cosciente de la poca acogida, lancé la propuesta a un grupo reducido a la que de inmediato se unieron Ana y Diego, Alfonso y Edurne así como Inés y Lorenzo. Manolo Vázquez no se quedó atrás. Total que nueve era un número adecuado como para alquilar una furgo una vez llegados a Fiumicino y ¡hala, a tirar millas franciscanas! Lógico que os lo comunicara de nuevo a todos antes de emprender la aventura y ¡oh sorpresa! los interesados se multiplicaron de inmediato. Diego y yo nos pusimos manos a la obra para la gestión y finalmente, un terciario franciscano recomendado por un fraile menor, se adecuó a nuestro presupuesto para hacer el recorrido que previamente le había marcado en base a aquella mi experiencia. Gracias a Fray Alfonso García Araya y cómo no, a nuestro gestor Tomás Moreno Chinchilla que desde la agencia donde trabaja, B travel de Sevilla, en la especialidad de peregrinaciones, ha sabido llevar a buen puerto y con profesionalidad absoluta, esta particular propuesta y para número tan elevado de participantes, acompañándonos además en todo el recorrido y solucionando en la trastienda y calladamente cualquier complejidad o incidencia que se presentara. Además de él, otro gestor y guía en Italia nos acompañó en todo momento, mas los guías que en cada localidad ilustraban cada visita. Hemos lamentado que las circunstancias hayan impedido acompañarnos a muchos de vosotros, y bien sé que lo habéis sentido, algunos hasta con las maletas hechas. He de decir que poco antes de irnos cayó en mis manos un libro precioso, EL TIEMPO DE LOS LIRIOS, de Vicente Valero en el que el autor narra un recorrido similar al nuestro. Bellísimo. Aunque lo he intentado, ya me gustaría tener esa pluma para trasmitir con tanta belleza nuestro viaje, pero ahí queda lo que sigue, seguro que en más de una ocasión me iré por las ramas, incluso algo sacaré de este autor, en otras me atreveré a describir alguna cosa que no pudimos ver, puede que me extendienda en exceso y en otros momentos me quedaré corto... Estas letras las recibís también los 45 que hemos estado, a vosotros deciros que es mi visión, pero nada mejor que añadir cuanto creais en los comentarios, seguro que enriquecerá la experiencia. No quisimos llamar a esta experiencia “Peregrinación” por aquello de que cada cual tiene su alma en su armario y cada armario tiene su color ¡y hasta su llave!, pero no cabe duda que recorrer lugares tan cargados de espiritualidad sobrepasa los prejuicios personales. Eso sí, en ella iba implicitá nuestra trayectoria tras las huellas del Caudillo enamorado. Dicho lo dicho, paso a contaros. Pero ojo, al primer síntoma de aburrimiento, déjalo, porque mejor es vivirlo. De entrada, ha sido un éxito en el que mucho ha tenido que ver el magnífico ambiente creado entre todas y cada una de las personas participantes. También he de decirlo, agotador, claro está, pero aceptado con la entereza que caracteriza a frailinos y allegados, aunque os aseguro que el Poverello debió darnos alas porque, por ejemplo, a la nada de aterrizar volver a subir hasta los 665 mtrs sobre el que se eleva el Santuario de Greccio (Aquel del primer Belén...) ya auguraba que esto iba en serio. Fue una de las proezas que conseguimos los 45… y bien que nos elevó cuando nos vimos arriba. Lo malo era cuando alguno se excedía en la cháchara nocturna pasando de completas a maitines y hasta a laudes, siendo a diario, la prima, la hora a la que Pablo, nuestro “Rector”, tocaba diana... Imaginad el tute considerando que las jornadas estaban más concentradas que un expresso (de café italiano se entiende). Asís, Gubbio, Orvieto, Arezzo, Monte La Verna y su Santuario, Greccio, Perugia, Roma… y consecuentemente, además de Cesco, todo el arte que puede abarcarse desde Cimabue a Giotto pasando de Perugino a Rafael… e incluyendo a la familia della Robia, sin olvidarnos de Piero della Francesca… hasta Bernini sin dejar atrás a Miguel Ángel y cuantos tocaron con la fuerza y espiritualidad de su arte aquella tierra y la temática de aquel santo varón… y tantas otras. Su presencia, la de San Francisco, es como un velo que cubre, diría que Italia al completo, pero que se concentra en los lugares que visitamos, siendo Asís, obviamente, el eje sobre el que todo pivota. Peregrinos y turistas se confunden, frailes guiando fraternidades de jóvenes se alternan con guías de pinganillo, el don de lenguas les es dado a todos por la gracia de Apple o Android; por la calle, históricos personajes en broncíneas esculturas nos salen al paso de las que ni Pietro di Bernardone ni Pica de Baurlemont se ausentan, alternando Los padres de San Francisco en un recoleto rincón de Asís (Foto T+)
con tiendas de souvenir repletas de sanfranciscos de todos los tamaños, santaclaras a la par, coronas seráficas de olivo y blancas vírgenes dellarobbia, taus grandes, pequeñas y medianas, cristosdesamdamián de tamaño natural y hasta en llaveros, porciúnculas a la par… un todo heterogéneo se mezcla con aceite, vino, embutidos artesanales, viandas surtidas y variadas en pueblos que, junto a ello, nos sumergen en sus callejas, plazas, casas, palacios, iglesias, catedrales y rincones del medievo.
GRECCIO AL ATARDECER. (Foto T+)
Quizás sea esto lo que por un momento te ayuda a salir de la bulliciosa Babel para, entrados en la Basílica de Santa Clara, ver aquel Cristo de San Damián, el auténtico, el que le habló al joven Cesco, y situarte de nuevo en el contexto de aquellos dos chavalillos que debieron jugar juntos en la plaza principal de su pueblo y que más tarde al uno lo tacharían de loco para elevarlo a los altares nada más morir, mientras ella, Clara, seguía los pasos de su amigo. Allí estaba tambien la pila bautismal donde los dos recibieron el sacramento que les liberaba del pecado original... con los nombre de Chiara Scifi y Giovani Bernardone.
¡Qué tiempo tan intenso debió ser aquel siglo XIII! También bullicioso me lo imagino. Que no era poco el sector de la construcción con tanto palacio e iglesia por hacer y rehacer, en lo que también se empeñó nuestro protagonista a tenor de la interpretación que hizo del mensaje divino: "...reconstruye mi iglesia". El Cristo de San Damián, está en la basílica de Santa Clara desde 1257 en que las clarisas lo llevan al nuevo monasterio construido para ellas. Data de principios del siglo XII. De estilo romanico-bizantino y autor anónimo, mide 2'10 metros de alto por 1'30 metros de ancho. En la iglesia de San Damían existe una copia idéntica en el lugar donde Cristo hablo a Francisco. (Foto web)
Basílica de Santa Clara. Abside. (Foto T+)
Comenzó su construcción el año 1257, cuatro años después de la muerte de la Santa y a los dos años de su canonización, se terminó en 1265. Su cuerpo fue colocado en un principio bajo el altar mayor del templo el 3 de octubre de 1260. Ahora expuesto en una urna de vidrio en la cripta neogótica construida en 1850. La web del tiempo predecía nubes y claros con alguna lluvia esporádica. Lo cierto es que los predictor de los fenómenos atmoféricos se levantarían más tarde que nosotros.
Con todo, al salir, Santa Clara creó el hueco para hacernos esta foto de grupo en la puereta de su templo. Ya, que los has contado y salen 46, efectivamente, a la derecha y con paraguas azul cerrado es Pablo, el guía de Italia que nos acompañó en todo el viaje. A su derecha Tomás Moreno, nuestro gestor de toda esta movida. ¿Y el fotógrafo? Pues también está Joaquín Romero, allá arriba a la izquierda. Sí, con paraguas porque no quería que se le mojara la cámara.
Desde aquí caminamos los 1.100 metros que separan la basilica de la fundadora de las Clarisas con la del fundador de los franciscanos previo a dos altos en el camino, el primero la llamada Chiesa Nova que se levantó donde estaba la casa familiar del santo cerca de la recoleta plaza están las estatuas de los padres que antes habéis visto. De estilo renacentista tardío - 1615 - y cruz griega, se realizó bajo un modelo previo de Rafael. Su altar mayor se sitúa en el lugar que ocupaba la habitación del díscolo Giovanni. También se puede ver el cubículo donde el padre lo tuvo encerrado, a ver si cambiaba aquellas ideas y volvía al prsóspero seno familiar. De allí sería liberado por su madre. Las cadenas que ella sostiene en la estatua ya comentada, hacen referencia a este suceso.
Espacio en que Pietro di Dernardone encerró a su hijo. (Foto T+)
Llamada tambien el "Santuario della Spogliazione"
(Santuario del Despojo), data el sobrenombre del tiempo de San Francisco pues fue ante esta iglesia donde aquel joven se despoja de las ricas vestimentas que llevaba hasta ese momento y renuncia a cuanto tiene, reconociendo a Cristo como su único padre, en presencia del Obispo que lo juzga públicamente tras la denuncia de su progenitor por haber malgastado bienes familiares para entregarlo a los pobres. Pero había más en esa iglesia. Desde tiempos ancestrales hay costumbre en Italia de tener el cuerpo de determinados próceres de la Iglesia o santos, expuesto en el sepulcro habiendo realizado previamente una fiel imagen de ellos en su lecho de muerte, antiguamente en cera y hoy, imagino, con técnicas y materiales más sofisticados, que envuelven esos restos mortales para ser expuesto a fieles y curiosos. Tambien es así en la tumba de santa Clara. A mi personalmente me da un poco de... "cosita" esta exposición, pero en nuestro periplo por iglesias y catedrales, además de arte y espiritualidad, pudimos ver desde un obispo del siglo XV vestido con toda su pompa, hasta el Beato Carlos Acuti que aquí se encuentra. Fallecido el 12 de octubre de 2006 a los quince años de edad, lo vemos lógicamente joven y lozano, con sus vaqueros, zapatos y ropa deportiva como si estuviera durmiendo. Sus devotos lo llaman “el ciberapóstol de la Eucaristía” o también “el influencer de Dios” por su compromiso con la fe a través de su pasión por la tecnología. Y allí está como os muestro en la foto, que saco de internet, pues como que sentí respeto ante la tumba por muy cibernética que sea la cámara de mi móvil y lo fuera este muchacho además de santo. Tumba del BeatoCarlos Acuti en Asís. (Foto web ELPAIS)
Disponer de artistas como Giotto y Cimabue debió costar una pasta, pero Francisco había irrumpido en aquella sociedad como elefante en una tienda de antigüedades y si antes de morir ya arrastraba voluntades y seguidores, ahora, una vez en el cielo, todos querían obtener la mediación del Poverello allá arriba, así que todo el oro del mundo no era suficiente con tal de salvar el alma, de este modo no había dispendio sino ruegos para esa intersección. La Orden y sus seguidores se habían convertido en todo un éxito, de ahí que no faltaba un fraile allá donde se necesitara, fuera en cabañas o palacios, por supuesto que la presencia en estos últimos era para socorrer a las primeras. Y así nos encontraremos muy pronto franciscanos como consejeros reales y hasta Papas, pasando por obispos, todo fue muy rápido, y noble o plebeyo que no podía ser fraile, se hacía terciario… pasados los años también lo fue Cristóbal Colón, y providenciales fueron los del Seráfico Padre en que el marino llegara a aquel nuevo mundo, si no me creen pregunten a Fray Juan Pérez y Fray Antonio Marchena, a la sazón por la Rábida.
Pero retrocedamos, que ese fue otro viaje, para seguir con el que hoy nos ocupa y cuanto acontecía a la nada de morir el hijo de Pica de Borlemont y Pietro di Bernardone. Considerando que el franciscano Jerónimo d'Ascoli, llevó las llaves de Pedro de 1288 a 1292 como Papa Nicolás IV, y nuestro Francisco muere en 1226, debía estar alucinando a la derecha del Padre con la importancia de la Orden en tan corto espacio de tiempo. Seguro que en más de una ocasión le dieron ganas de bajar ante la que habían montado en su nombre. ¿Cómo a él le podía pasar eso? él, que había sido apaleado por los diablos por dormir tres días en casa de un cardenal… La ingenuidad y candor a la que le tenemos asociado no estaban reñidos con la seguridad a la que se aferraba en sus propósitos y para más, las dudas, como nos cuenta Tomás de Celano, y la forma en que las resolvía diciéndole a sus hermanos: “Vamos a ver qué nos dice Jesús en el Evangelio”. Así que… no sé, no sé. José Saramago, comunista y ateo, ya intentó que bajara cuando escribió su obra teatral “La segunda vida de San Francisco”. Pero a la vista está que lo del comunismo… como que no. Y tampoco bajó. Sería prolijo citar a cuantos autores se han acercado a su figura, también contemporáneos desde la literatura al cine, incluso trascendiendo de sus propias ideologías. En el cine es imprescindible Rosellini con su “Francesco, giullare di Dio” de 1950, que consiguió plasmar la sencillez en su forma más depurada. Si no la habéis visto, vedla, es para postrarse ante su arrollador efecto sobre quienes, de alguna u otra forma hemos estado en los aledaños del Poverello. Y qué decir de nuestro imprescindible Rafael Álvarez “El Brujo” con su “Francisco Juglar de Dios”. Inmensa obra e inmenso actor. Lo que ya sabíamos es que, él, poco necesitaba y así lo hemos visto y corroborado. Toda “la grandeza terrenal”, por decir algo, vino después y ahí está “su” gran Basílica superpuesta sobre la que acoge la tumba, que interpreto (para sentirme bien) que el objetivo de tan magna obra es preservar en su interior a la Humildad cual joya guardada en un gran cofre, y tan escasa nel secolo XXI… y cuantos siglos le antecedieron. Algo similar me parece también Santa Mª de los Ángeles, el cofre de un relicario. Llamada la Porciúncula por la porcioncilla de terreno que junto a la iglesia le dio un abad de San Benito a nuestro protagonista para que se trasladara, desde los chamizos cercanos donde vivían en Rivortoto con los demás locos que le seguían, a la pequeña iglesita de la “Porciúncula” en torno a la que se hicieron las chozas de caña y barro, reuniendo allí a los suyos como primera comunidad. También dentro de la Iglesia de Rivortoto se conservan aquellos primeros chamizos, sin duda muy reformados, y que por obras, una más en nuestro recorrido, no pudimos ver. Os dejo fotos de la visita de Amelia y mía años atrás. La actual Iglesia de Santa María de los Ángeles de la Porciúncula, se terminó en el último cuarto del siglo XVII y guarda en su interior aquella capilla o iglesita y el chamizo donde Francisco entregó su alma al Señor… lástima que también estuvieran restaurándola, así que lonas y andamios impidieron contemplar tan singulares y venerados lugares en su verdadera dimensión dentro de la gran Iglesia que los acoge. Y allí en frente, sí, al salir de la Porciúncula y a dos pasos está nuestro hotel, muy acogedor y bien equipado… también hay más tiendas de ricordi, pizzerías, trattorias y en ellas relajadas cenas con amigos, al calor de charlas y risas. Pero todo muy formal eso sí, una cena más y… termina en compromiso matrimonial della donna della pizzería con… efectivamente, nuestro buen amigo Juan Alba, artista donde los haya que ni imaginaba semejante trance cuando de vuelta a su tierra iba cruzando la mar serena… AREZZO … oggi andiamo a la regione di la Toscana. La misma de Florencia, Siena, San Gimignano, Pisa… Arezzo y el Santuario de Monte La Verna. Y a Gubbio que nos vamos. Me pongo a leer sobre el tema y que si el lobo no era un lobo, que sí, que había lobos por la zona, que si era un bandido o hasta pudo ser un perro salvaje… ¡qué manera de romper el encanto y la pureza de tan simbólica leyenda! sin necesidad, pues las Florecillas de San Francisco son ese conjunto de narraciones extraídas del acervo popular en torno a su figura y su mensaje de amor. Me pregunta Begoña el porqué se le llama La Umbría a la región… y apruebo el examen ¡si lo sabré yo! estamos en la capital de los Umbros… aquellos a los que desplazaron los romanos, bueno, que se aliaron y la sangre no llegó al río. Nuestro objetivo, aparte de subir al pueblo eran dos iglesias franciscanas que por un fallo de logística no pudimos visitar aunque estaban en el programa. Más lo sintió mi tocayo que procuró lo mejor en cada momento. En compensación, arriba nos esperaba la catedral y la Piazza Grande con el Palazzo dei Consoli presidiendo aquél urbanismo tan espectacular y su gran mirador a la campiña. Momentos de relax, compras y las inevitables tres vueltas a la “fontana dei matti” auspiciadas por un indígena que te bautiza y a partir de ahí ya puedes obtener el certificado oficial de “loco de Gubbio” , en italiano "Matto di Gubbio". También aquí, como en Orvieto, pudimos ver alguna puerta estrecha en la fachada junto a la principal y que al parecer era usada para sacar el ataúd cuando alguien de la casa fallecía… en la planta de abajo trabajaba el artesano con el portón a la calle y la familia vivía arriba, de este modo se evitaba que la muerte se encontrara con la vida. Hoy, aquellos dinteles con salida al más allá, han dado paso a escaparates donde exponer la mercancía de las incontables tiendas situadas en los bajos de los edificios medievales. Rematada la Umbría de Francisco y Clara, seguimos los pasos de nuestro Santo en su recorrido y dado que a Roma se fue a que el Papa Inocencio III le aprobara la primera Regla de la Orden, ni cortos ni perezosos allí nos plantamos…, y allí nos lo encontramos junto a los suyos en monumental piedra frente a San Juan de Letrán, donde se encontraría con aquel Pontífice... Así que para no salirnos de la literalidad del relato, justo ese día y a esa hora se le ocurrió al Papa Francisco clausurar allí un Congreso diocesano… pero a diferencia de aquellos frailecillos, no pudimos traspasar las puertas de tan extraordinaria “Catedral Archibasílica Papal del Santísimo Salvador del Mundo, y de los Santos Juan Bautista y Juan Evangelista en Letrán”, más abreviada conocida por “Archibasílica de San Juan de Letrán” o sencillamente San Juan de Letrán. Bien, pues podía resultar hasta lógico lo que nos pasó dado que es la catedral de la diócesis de Roma, donde se encuentra la sede episcopal del obispo de Roma… es decir, su Santidad el Papa. Dicho lo cual, en la calle nos quedamos. Una pena pues su valor histórico y artístico son de primer orden. Por un momento el desorden cundió en nuestra “formación” y cada cual tomó el rumbo que le pareció, unos se dirigen a la Escalera Santa, (aquella que según la tradición, Santa Elena, madre de Constantino I, hizo traer desde Jerusalén al tratarse de los escalones que subió Jesús para ser juzgado ante Pilatos) otros se quedan en la misa que se celebra en el Santa Santorun… los menos toman plácidamente un refrigerio en un bar junto al autobús y siguiendo el programa, ya había que estar en la iglesia de Santa Victoria contemplando una de las obras más singulares y extraordinarias de Bernini. Esto es un no pará. Pero sin duda esta visita merece la bulla que meto a Inés y Lorenzo, que no encuentran semáforo por donde cruzar. Unos por otros y la casa sin barrer, con lo que, llegados, ¡había pasado la visita para grupos! Pero es que ni individualmente, la iglesia está a punto de cerrar. Nada de apuros ni enfados, ¡qué grupo más fetén! Además, Roma siempre te compensa: frente a la iglesia está la monumental Fontana dell'Acqua Felice donde terminaba el acueducto del mismo nombre cuya restauración para uso de la ciudad se llevó a cabo por el papa Sixto V ¡que también era franciscano! Y que en su corto papado, de 1585 a 1590 en que fallece, impulsó reformas importantes en la iglesia al tiempo que realizaba obras que marcarían para siempre el urbanismo de la Ciudad Eterna. ¿Pero qué dejamos de ver en Santa María de la Victoria? Ya sabéis que todo el recorrido, se basaba en el viaje que habíamos realizado Amelia y yo años atrás, así que tanto nos gustó esta visita, que también la programamos para la ocasión. Y es que el Éxtasis de Santa Teresa es, hasta en opinión de su autor, Gian Lorenzo Bernin, su mejor obra, y mira que son abundantes. Pero no me resisto a contaros lo que no pudo ser. Espero sirva para incitaros a volver. Si leemos el relato que de ese momento hace Santa Teresa, entenderemos cómo Bernini lo materializa uniendo misticismo y sensualidad para traspasar la frialdad del mármol haciéndolo espíritu y carne en el trance del supremo encuentro con Dios. Sí, me pongo trascendente y algunos sabéis que hasta me contrarié (lo siento) por no llegar a tiempo y que pudierais haber sentido esa emoción que nosotros vivimos. Os sigo contando sobre el tema, porque aun queda el espacio en el que el artista sitúa tan magna obra. Fue un encargo del Cardenal Federico Cornaro para su capilla funeraria y allí vemos a su familia, desde sendos palcos, a ambos lados del altar contemplando la escena. El barroco se enseñorea, aparte de en toda la iglesia, en la extraordinaria escenografía de esta capilla usando la luz natural para la iluminación que se filtra a través de una claraboya “invisble” pues queda oculta tras el templete del altar que acoge todo el motivo principal y que se ubica por encima de Santa Teresa y el ángel, subrayando el momento con rayos dorados. Sublime. Por encima, otra ventana, ésta visible, da luz a un trampantojo celestial donde un grupo de querubines rodea al Espíritu Santo, completándose con los frescos que decoran el techo y paredes. Pese a tan narrativo conjunto, la escena de la transverberación concentra toda la atención de quien accede a la capilla como si unas invisibles líneas de fuga nos llevaran irremediablemente a ella y así del ángel pasamos a la flecha dorada en la punta… sin duda Bernini leyó el relato escrito por la Santa de aquel momento “…Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas (…) y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios…” Por mor de la verdad, el día había estado completo y no faltaron compensaciones fuera del programa. Una de ellas fue el Coliseo, que, erguido y majestuoso, sigue tan colosal… y Ridley Scott esperándonos en el cine para ver Gladiator II. Ánimo, un paseíto y en nada en San Pietro in Vincoli donde veremos las cadenas con que apresaron al primer papa de la cristiandad... Roma está llena de reliquias y tradiciones, y esta nos retrotrae al momento en que Pedro, estando preso por Herodes es liberado por un ángel. Aquellas cadenas están expuestas bajo el altar mayor, unidas milagrosamente a las que llevó en otro momento de cautiverio siendo liberado por dos de sus carceleros convertidos al cristianismo. Al huir de Roma para evitar el martirio, Cristo se le aparece cargando con la cruz… Todos tenemos la historia en la mente, más que por los “Hechos de los apóstoles” (Hechos de Pedro) por aquella novela y consiguiente película que pocos no habremos leído o visto «Quo vadis, Domine» (¿A dónde vas, Señor?) Le pregunta Pedro, a lo que Cristo responde: «Romam vado iterum crucifigi» («Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo»)… De verdad que estas experiencias, lo quieras o no, se hacen trascendentes, unos lo verán como valiosos hechos históricos y otros le unirán la parte espiritual que conllevan. Pues sí, justo allí también (y a mí siempre me ha parecido como arrumbada) está la que iba a ser tumba del Papá Julio II. A Miguel Ángel debió sentarle a cuerno quemado la decisión de parar el mausoleo y dejarlo cómo y donde lo vemos. Con todo, y lo repito, me abruma tanta monumentalidad en un escenario tan pequeño ¡qué digo! hasta a Moisés se le ve agobiado, adusto, y de un enfado que da miedo pensar que se levante semejante mole de mármol llena de vida y estampe contra el suelo las tablas de la ley. ¡Por Dios, qué fortaleza nos muestra aquel liberador profeta! Es pura tensión reflejada hasta en el más mínimo detalle. Con semejante muestra ¡Cómo sería haber llegado a completar el mausoleo con las más de cuarenta esculturas del proyecto inicial! Finalmente, y dado que había que priorizar las obras del Vaticano, quedó como cenotafio donde hoy lo vemos. Es la hora de comer y a dos pasos del restaurante nos espera otra compensación fuera del programa. Bueno, a más de “dos pasos” estaba el restaurante, y el cuerpo agradece un descanso… además de lo que a diario comen los italianos. ¿O ese día fue risotto? La verdad es que lo que más agradecimos fue el relax que ofrecía la “ora di pranzo”. Llevábamos una media de 7 kms diarios y ese día íbamos a superarlo con creces. Afortunadamente, “a pochi passi dal ristorante” está Santa María Maggiore. Ya sabéis, una de las cuatro basílicas mayores y la iglesia más antigua dedicada a la Virgen… también conocida como “Basilica di Santa Maria della Neve” y así nos contaba Pablo de aquella milagrosa nevada caída en el monte Esquilino el 5 de agosto del 358 sobre cuyo manto blanco el Papa Liberio mandó levantar este templo dedicado a la Virgen. Aquella primera iglesia fue creciendo con el tiempo y cada época y pontífice tuvo su aportación. En un momento dado se la conoció por “Santa Maria ad Praesepem” pues a mediados del siglo VII llegó un regalo extraordinario desde el Patriarca de Jerusalén al Papa Teodoro I, oriundo de la Ciudad Santa. Se trataba nada más y nada menos que de maderas del pesebre donde según la tradición había nacido Jesús, además de las telas que envolvieron su cuerpo recién nacido. Los escépticos mejor dejamos estos hechos en el ámbito del respeto a la devoción de los creyentes, máxime si como dice un amigo, somos “católicos culturales”. Quienes bajamos a la cripta pudimos contemplar la urna de plata contenedora de estas reliquias que, analizadas científicamente en 2018, corresponden a la época y zona del nacimiento del Mesías. Allí, en posición orante, sorprende la gran escultura de un papa que, arrodillado sobre un reclinatorio, eleva su vista orando ante la Santa Cuna. Se trata de Pío IX, y la mandó hacer León XIII como homenaje por haber sido el Papa que en 1825 proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Y dado que buscamos vinculaciones franciscanas a nuestro recorrido, bien me decía Amelia la conexión que siempre existió en la Orden, desde San Francisco, en la creencia y defensa de la Concepción sin mancha de María, siendo el franciscano, teólogo y filósofo Beato Juan Duns Scoto, a finales del siglo XIII y principios del XIV, quien puso la piedra angular en aquella defensa, quedando para siempre su frase que cerraba aquel debate como síntesis del mismo, refiriéndose a Jesús como Dios hecho hombre y salvador de la humanidad en relación a salvar a su madre del pecado original en el momento mismo de la concepción: “Potuit, decuit, ergo fecit” (pudo, convino, luego lo hizo). Podía hacer a su Madre Inmaculada, convenía que lo hiciera, luego lo hizo. Aparte de este valor espiritual, otros miembros de la orden de los menores, dejaron su impronta en la Basílica también en el aspecto artístico como el ya citado primer papa franciscano Nicolás IV que reconstruyó el ábside ampliándolo hacia atrás y encargando los mosaicos al también fraile menor Jacopo Torriti en el año 1295, y que está considerado el último llevado a cabo con la técnica usada por los bizantinos, además de ser la primera representación iconográfica que se hacía en Italia de la Coronación de María por Cristo. También este Papa dejará allí otro legado de un tema emblemático para la Orden y para la Basílica tan vinculada a la Natividad del Señor. En 1289 encargó a Arnolfo di Cambio la realización de las que se consideran las primeras figuras realizadas expresamente para el montaje de un belén, concretamente en torno a la Santa Cuna. Se conservan la Virgen con el Niño, San José, los tres Reyes Magos y las cabezas de la mula y el buey. Y ya que anteriormente hemos hablado de Bernini, la última curiosidad que os cuento es que aquí se encuentra su tumba. Por cierto muy modesta. Ufff, que pierdo el hilo, pues a por él nos vamos a las catacumbas de San Calixto que es como un auténtico laberinto. Esta fue nuestra primera visita matutina. Aquí querría haber visto yo a Ariadna. Bromas aparte, no conocía este lugar y resultó de lo más interesante. La historia de los principios del cristianismo se escribió con la sangre de sus mártires y las persecuciones sufridas hasta que el Emperador Constantino llegó al poder, (aunque aquellos mártires no serían los últimos, pero esa es otra historia). Las catacumbas de San Calixto que visitamos son de una magnitud impensable, 20 kms de galerías en cinco niveles y 25 metros de profundidad, acogieron durante el tiempo de su uso cerca de quinientos mil difuntos en los que se incluyen dieciséis papas y gran numero de los primeros que dieron la vida por su fe. Roma es inabarcable y tampoco era cuestión de desmentir aquello de que todos los caminos… habrá tiempo, que dos días ya van preñados si le incluyes el Coliseo y los Museos Vaticanos, estancias de Rafael, Capilla Sixtina y Basílica de San Pedro. Por Dios, ¡pero si solo los Museos que iniciara el Papa Julio II Della Rovere tienen para instalarse allí una semana! Dos/tres horas no dieron para mucho en sus más de 7 kms de recorrido, pero nos llevamos en la retina lo más granado. Y en estas ¿Cómo pudo pensar aquel vigilante que Mª Carmen iba a llevarse aquella estatua para ponerla en un rincón de su casa? No, la mañana no daba para más así que la tarde fue para la Basílica de San Pedro. Sin palabras. Casi todos la visitasteis así que extenderme más haría este relato inacabable. Pero sin duda asombroso. En nuestro caso, anteriores visitas se unieron al agotamiento y en un bar muy chulo con vistas a la columnata de Bernini (Bernini de nuevo) tomamos un Aperol que me supo a gloria (bendita), en compañía de Esteban y José María. ¿Qué no es posible? La media de 9 km. diarios dan fe de ello. Pero en esos “estar”, los pasos eran paseos, las palabras conversaciones que nos acercaban, las comidas y sobremesas distendidos momentos de chascarrillos ¡y pasta! Sobre todo mucha pasta… Que no se diga que a este viaje le ha faltado, también, el arte culinario italiano en forma de Tagliatelle, Ravioli, Fusilli, Gnocchi, Penne, Farfalle… eso sí ¡Al dente! Alguno hubo que…
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