TOMÁS L. CHAVES ANTOLÍN. Miradas al pasar.
  • EN AQUEL TIEMPO (blog)

CATALÀ ROCA
 1922, Valls, en Tarragona – 1998, Barcelona.

Cuando oigo hablar de fotografía española, americana, francesa…,me pregunto en base a qué criterios se establecen esos orígenes. ¿El autor nació en ese país, desarrolló su actividad en él o iba de paso por el mundo como Capra y otros reporteros?. Sin querer desmontar el origen catalán de Catalá Roca, no puedo ver su obra desde el prisma nacionalista tan reivindicado en estos años. Es patente la ascendencia fotográfica familiar, su padre Pere Catalá Pic fue un pionero de la fotografía publicitaria como la entendemos hoy (no será tarde que llegue a esta galería de maestros de la fotografía). Como procede, su hijo abandona el regazo familiar pensando en buscar otra visión más autónoma.

La fotografía, como hecho creativo y al igual que otras artes, se constituye en universal en el momento en que se nutre de corrientes, modas, estilos o vivencias que superan su entorno, dándole personalidad propia en el momento en que el creador lo ejecuta. De ahí su universalidad, alejada de cualquier corsé y sin tener que esperar a una declaración de la UNESCO para serlo ni ubicarlo, sencillamente porque la percepción del creador deviene de toda la información recibida, acumulada, asimilada, tanto de manera voluntaria como involuntaria. Así veo a Francesc Catalá Roca, en una dimensión que supera, al tiempo que aglutina, todo el bagaje que carga como creador, incluida una visión que está por encima de aquello que limita cualquier adjetivo.

Visitando tiempo atrás una exposición de Jonhn Gutmann (alemán que fotografió en USA) me reafirmo, además, en que el artista se nutre de una experiencia vital que sobrepasa los límites que políticos y políticas coyunturales, quieran asignarle. Este pintor y profesor de historia nacido y formado en Alemania, emerge y desarrolla su obra fotográfica en Estados Unidos fruto de diversas circunstancias, (que vendrán al caso cuando hablemos de él),  El acto creativo se produce donde emigró, donde lo enviaron, o donde quiso o no quiso ir. En ese cúmulo de experiencias no caben los nacionalismos. Otra cosa es cuando hablamos de estilos (pictorialismo, neorrealismo,…) o de representaciones asociadas a una ideología, etnia, etc., etc.

Y a qué viene esta larga introducción para hablar de Francesc Catalá Roca. Vallense, de Valls, pueblo del Alto Campó tarraconense, consecuentemente catalán y del mismo modo español. Un europeo, que con ese origen y el de su extraordinaria, hoy, dimensión internacional como fotógrafo, parece no traspasar los límites que el docto estudio de la historia de la fotografía del viejo continente le concede. ¿La fotografía de Catalá Roca sufrirá esas circunstancias de “las culturas dominantes” que llevan asociadas la difusión de las artes a “las vanguardias”, a “ lo progresista”  a "las tendencias" o a su poder de expansión económico?. Podemos pensar que el autarquismo del Estado, en el que desarrolló parte de su trabajo, no favorecía en nada la 
“exportación” del talento. Gran justificación si una Leni Reifenstahl, por poner un ejemplo, fuese una desconocida. Y sin embargo, ya en el 58 Catalá Roca está en Europa, con una importante participación en la Exposición de Bruselas de ese año, donde el interior del pabellón de España contenía un mosaico de doscientos metros cuadrados con fotografías suyas sobre “el futurible” de nuestro país. De hecho fue un hito para los fotógrafos españoles del momento, que veían en él un profesional de talento reconocido, pero la ignorancia, premeditada  o no, por parte de Europa de lo que existía en España mas allá “del franquismo”, ha dado resultados tan injustos como inexplicables de “ausencias” como el caso que nos ocupa, a pesar de que la obra de Catalá Roca, hoy es más que reconocida y haya sido expuesta en América, Asia y Europa. Por lo demás nada tan lejos de un personaje cerrado como nuestro fotógrafo, y cito como anécdota -dentro de este hecho que personalmente me sorprende- que no es baladí que en el 60 se case con la danesa Lilly Pederse.

Chema Conesa compara su fotografía a la de un Henri Cartier-Bresson y no seré yo quien descalifique tal juicio, sino que muy al contrario, pongo en letra y pluma de Hans-Michael Koetzle, escritor, crítico y comisario de exposiciones fotográficas  el refrendo de lo expuesto, denunciando la no mención del fotógrafo en los diccionarios sobre fotografía publicados desde los ochenta en Inglaterra, Francia o Alemania . "Parece ser que desde el punto de vista de la Europa democrática no resultaba oportuno hablar de una vanguardia artística en España" y continúa "Si buscamos algún paralelismo en la escena europea, podríamos encontrarlo en el francés Robert Doisneau (1912-1994), quien más o menos por la misma época recorría su ciudad de origen, París, equipado con una cámara de formato medio en busca de instantes humanos en los teatros de la calle. Así como Doisneau busca la anécdota y prima una cara que tenga algo que contar frente a la forma y lo narrativo frente a lo estético, las escenas de  ​Català-Roca están construidas con decisión, muestran un enfoque sorprendente, una mirada atrevida y una gran osadía a la hora de utilizar los recursos a su alcance". 
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Mucho más puede decirse de Catalá Roca, de su visión a pie de calle, de su mirada realista, pero con un punto de afecto e ironía amable de lo fotografiado, de su especial y libre mirada a  aquella España, tan diferente a la mirada de Ortiz Echagüe, de su capacidad para que ese encuadre y ese instante concentren la narración de manera que el “lector” continúe libremente esa lectura.

Sus fotografías enmarcan lo que de bello tiene el entorno, una viñeta que contiene toda una historia de lo cotidiano. De este modo, nada mejor que mirarlas para saber de él y de lo que se puede hacer recorriendo España con una Vespa (un seiscientos más tarde), una cámara y la inteligencia y creatividad de un narrador de historias en imágenes, quizá por eso él mismo decía que una buena foto era aquella que refleja una historia bien contada, enfatizando que estaba más cerca de la literatura que de las artes plásticas.
En definitiva, y para mi, Catalá Roca es la fotografía en estado puro.

TRABAJOS, PREMIOS, PUBLICACIONES Y EXPOSICIONES
Sus comienzos serán en el estudio fotográfico de su padre Pere Catalá Pic.
En 1948, se independiza atendiendo fundamentalmente la fotografía industrial y arquitectónica.
En 1951 premio Ciudad de Barcelona, en la modalidad de fotógrafo.
En 1952 premio Ciudad de Barcelona por la modalidad de fotografía y el de cine documental con “la ciudad Condal en otoño”. Su documental “Sagrada Familia piedras vivas” recibe el primer premio ese mismo año en el Festival de Ancona (Italia).
En  1953  la Sala Caralt de Barcelona acoge su primera exposición individual, y al año siguiente lo hará la galería Nebli de Madrid.
Colaboró con  los arquitectos de "Grup R" en su primera exposición de las Galerías Layetanas.
En 1954 la Dirección General de Turismo le encarga fotografiar toda la España susceptible de venta turística.
Trabajó para distintas publicaciones como el semanario Revista y la editoriales Destino, Blume o Polígrafa, que llevarán su obra a distintos libros, con textos también de distintos autores: La Sagrada Familia (1952) Barcelona (1954) Cuenca (1956) Tauromaquia (1962) Gaudí  dissenyador (1978) Gaudí (1983)…
Realizó numerosas exposiciones, mostrando su obra en países como Estados Unidos, Asia y Europa.
En 1970 y para el galerista Aimé Maeght realiza realizó distintos documentales sobre Miró, Chillida y Guinovart.
Catalá Roca recibió el reconocimiento de su generación y todas las que le han precedido con las que vivió y compartió tiempo, recibiendo el reconocimiento público que se merecía. En 1983 ganó el Premio Nacional de Artes Plásticas, siendo el primer fotógrafo que obtuvo este galardón, y fueron muchos los homenajes que su tierra natal le otorgó en vida.


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