Día 24. Mañana
ASÍS La noche de Asís tiene imágenes que fascinan, no seré el único que con semejante panorámica, imaginen estar ante un trasanlántico que avanza en la oscuridad del océano. En lo simbólico, tanto la doble basílica del santo como el amplio complejo conventual, lo fue para cuantos vieron en aquella nave espiritual la salvación. Por mi parte no me resistí a coger pinceles y papel y así quedó esta pequeña acuarela. Su presencia, la de San Francisco, es como un velo que cubre, diría que Italia al completo, pero que se concentra en los lugares que visitamos, siendo Asís, obviamente, el eje sobre el que todo pivota. Tras los felices sueños, hoy vamos al corazón de nuestro viaje con toda la trascendencia que supone esta ciudad. Cuatro kilómetros no es mucha distancia desde el hotel hasta la Basílica de Santa Clara, pero el autobús nos deja a pocos pasos de este primer hito del recorrido con la lluvia como compañera que nos obliga a sacar paraguas e impermeables. Su reconocido aspecto exterior lo dan los grandes contrafuertes, bajo cuyos arcos se nos abre la ciudad como derramándose desde el castillo de La Rocca Maggiore. Fue aquí donde San Francisco recibió sepultura (provisionalmente) al poco de morir el 3 de octubre de 1226, en la que entonces era iglesia de San Jorge y que incorporada al templo, corresponde a la capilla del Crucifijo de la basílica de Santa Clara. Esta denominación se debe a que, en ella, se encuentra aquel Cristo de San Damián que le habló al joven Cesco para que reparara su Iglesia y que las Clarisas llevaron consigo cuando en 1260 se trasladan desde la que era su sede, a esta nueva, una vez concluidas las obras. Los restos mortales de Santa Clara, que también recibieron sepultura en aquella primigenia iglesia de San Jorgue, son trasladados más tarde bajo el altar mayor de la basilica en honor de la santa. Será en 1850, cuando se descubra este emplazamiento, construyéndose la cripta que hoy la acoge y puede visitarse.
Aquí también encontramos la pila bautismal donde Clara y Francisco recibieron el sacramento que les liberaba del pecado original, con los nombres de Chiara Scifi y Giovani Bernardone y serán los sacerdotes de San Jorgue, con quienes aprenderán las primeras letras.
Con tanta historia es inevitable no situarte en el contexto de aquellos dos chavalillos que debieron jugar juntos en la plaza principal de su pueblo y que más tarde, al uno lo tacharían de loco para elevarlo a los altares nada más morir, mientras ella seguía los pasos de su amigo. ¡Qué tiempo tan intenso debió ser aquel siglo XIII! “El hombre del tiempo” predecía nubes y claros con alguna lluvia, pero debió levantarse antes que nosotros y así, Santa Clara, haciendo honor a su nombre, facilitó la cosa para que Joaquín pudiera hacernos esta foto a la salida. (Que aunque lo veáis arriba a la izquierda bajo el paraguas, os aseguro que estaba tras la cámara)
Mil cien metros separan la basílica de la fundadora de las Clarisas con la del fundador de los Franciscanos, aunque previamente hicimos dos altos en el camino. El primero en la llamada Chiesa Nuova (o también di San Francesco Convertito) que está construida donde se encontraba la casa familiar. Cuando vayáis, no perderos el resto de la vivienda, en la calle a la derecha de la iglesia.
En la recoleta plaza que preside, vemos las estatuas de Pietro di Bernardone, el riguroso padre, y de Pica di Bourlemont, la comprensiva madre de Francesco que, pese a representación tan familiar y amable, sospechosamente porta unas cadenas en sus manos.
Como cada lugar por el que pasamos, éste también tiene múltiples facetas de interés. Aquí, la primera de ellas, es la vinculación de España con esta bonita iglesia, pues sería el entonces Vicario de la Orden, el español Fray Antonio Trejo quien, en una visita a la ciudad del Fundador en 1613, vio con pena que la casa familiar del poverello presentaba un estado ruinoso.
Con la ayuda de la embajada de España y la aportación económica del rey Felipe III, pudo comprarse y llevar a cabo la que entonces fue la última iglesia construida en Asís, de ahí su denominación popular que permanece hasta hoy como Chiesa Nuova. De estilo renacentista tardío - 1615 - y cruz griega, se realizó bajo un modelo previo de Rafael. El altar mayor se sitúa en el lugar que ocupaba la habitación del díscolo aún Giovanni. También se puede ver el cubículo donde el padre lo tuvo encerrado y encadenado tratando con ello de hacerle cambiar para que volviera al próspero seno familiar. De allí sería liberado por su madre, con lo cual quedan explicadas las cadenas que ella sostiene en la estatua ya comentada.
No muy distante llegamos a la iglesia de Santa Maria Maggiore, llamada también el "Santuario della Spogliazione” (Santuario del Despojo).
Data este sobrenombre del tiempo de San Francisco pues fue ante esta iglesia donde aquel joven se despoja de las ricas vestimentas que llevaba hasta ese momento, renunciando a cuanto tiene e incluyendo al padre terrenal, pues declara a Cristo como su único padre. Y todo ello en presencia del Obispo que lo juzga públicamente, tras la denuncia de su progenitor, acusándolo de malgastar bienes familiares para entregarlos a los pobres. En la imagen, el fresco pintado por Giotto de este hecho, que forma parte de la narración de su vida en la Basílica superior. Se observa al obispo que, apiadado, lo cubre con su manto. En los últimos años, esta iglesia ha aumentado el número de peregrinos y no precisamente por el hecho que os narro.
Desde tiempos ancestrales, aquellos santos o beatos cuyo cuerpo se ha encontrado incorrupto, reciben una especial veneración. Pero además y en determinados casos, sin que se de esa circunstancia, hay costumbre no solo en Italia de realizar una representación física del mismo, donde se conservan los restos mortales para exponerlos en su lecho de muerte a los fieles. Antiguamente en cera y hoy, evidentemente, con técnicas y materiales más sofisticados que, como digo, son expuestos para ser venerados. Así es también en la tumba de Santa Clara. (En Madrid, se conserva incorrupto al patrón San Isidro, aunque sin la representación idealizada). A mí personalmente me da un poco de... "cosita" esta exposición, pero en nuestro periplo por iglesias y catedrales, además de arte y espiritualidad, pudimos ver, y ya he puesto alguna foto, desde un obispo del siglo XV vestido con toda su pompa sobre el que se evidencia el paso del tiempo (me trajo a la mente el Finis Gloriae Mundi de las Postrimerías de Valdés Leal, en la iglesia del sevillano Hospital de la Caridad) hasta el Beato Carlos Acuti que en esta iglesia se encuentra, fallecido el 12 de octubre de 2006 a los quince años. Y así lo vemos, joven y lozano, con sus vaqueros, zapatos y ropa deportiva como si estuviera durmiendo.
Por su compromiso con la fe a través de su pasión por la tecnología, sus devotos lo llaman “el ciberapóstol de la Eucaristía” o también “el influencer de Dios”. La imagen la saco de internet, pues… como que sentí pudor en hacerle una foto.
De hecho, el obispo de la diócesis, ante la difusión de imágenes y comentarios en redes sociales sobre que se exponía incorrupto, tuvo que salir al paso aclarando que los restos mortales fueron tratados “…con aquellas técnicas de conservación y de integración normalmente practicadas para exponer con dignidad a la veneración de los fieles los cuerpos de los beatos y de los santos (…) Una operación que fue hecha con arte y amor. Particularmente lograda fue la reconstrucción del rostro con máscara en silicona…” Bordeamos la ciudad y accedimos a la Basilica Patriarcale di San Fracesco por la denominada Basilica inferiore donde se encuentra el sepulcro de nuestro seráfico santo. Es muy impresionante encontrarte en medio de aquel conjunto arquitectónico tan potente, expléndido y trascendente, elevándose al extremo de la ciudad sobre lo que llamaban, en los albores de aquel siglo XIII, Collis Inferni (la Colina del Infierno) por estar destinada a ser el vertedero y lugar donde eran ajusticiados los malhechores. Una muestra más de la humildad de aquel frailecillo, pues fue donde pidió ser enterrado. Ni imaginar pudo que sus obras fueran seguidas de tal magnitud.
Nuestro compa José Mª Huerga, que lamentamos no pudiera incorporarse a última hora, me pidió una foto cuasi que expresamente así, ahí donde estamos, rodeados de la arcada del finales del siglo XIV donde los peregrinos se refugiaban y los más pudientes dejaban las caballerías que los habían llevado hasta el santuario. Por cierto que aún siguen en la pared las argollas donde eran atados los caballos. Alguna foto he visto de los años 60 con la explanada sirviendo de aparcamiento, afortunadamente hoy luce así de expléndida. Bueno, no quisiera extenderme mucho, pero… el hermano Elías, lo tenía claro, en homenaje a su maestro había que construir en la tierra algo así como el Paraíso del que ya disfrutaba el Santo de Dios en el cielo y donde también estuviera su tumba para veneración de los fieles. El Papa Gregorio IX, que ya de cardenal había sido protector de la orden y admiraba a Francisco hasta reverenciarle, no lo dudó y tanto la canonización como esta magna obra fue de las primeras decisiones de su papado, de modo que al día siguiente de elevarlo a los altares bendijo la primera piedra de la basílica y la colina pasó a llamarse Collis Paradisi. El alcance de la Orden era ya significativo y algunos no coincidían con semejante magnificencia, frente al planteamiento de Francisco de construir sencillas iglesias con pinturas narrativas que facilitaran la comprensión a los pobres que no sabían leer y de este modo pudieran aprender a través de las imágenes. Venció la idea de que fuera un edificio suficiente para acoger a tantos peregrinos como ya acudían a venerar al santo.
Y efectivamente, en las paredes, los mas grandes pintores del momento, que perdurarán por siempre, narraron su vida ejemplar. La basílica, con no pocas vicisitudes para su finalización, fue consagrada el 25 de mayo de 1253, el año en el que también murió fray Elías, pero su interior seguiría enriqueciéndose de forma continuada. Los frescos del transepto y del ábside se le atribuyen a Cimabue y su taller, realizándose en 1277.
Los de la parte superior de la nave, con escenas bíblicas, fueron pintados entre finales del siglo XIII y comienzos del XIV. La parte inferior, con las veintiocho escenas de la vida de San Francisco, realizadas entre 1297 y 1230, son de Giotto, siguiendo paso por paso la Leyenda Mayor escrita por San Buenaventura. Podías pasar horas en aquella contemplación pero... no me extiendo, que sitios hay como para entrar en materia. En cualquier caso y para los que tengáis más interés, ahí os dejo este ENLACE. Aunque he comenzado la narraración por la Basílica Superior, nuestra visita comenzó por la inferior, el lugar de la tumba de San Francisco, en cuya cripta fray Elías manda trasladar el sarcófago de piedra protegido por una jaula de hierro con los restos mortales del santo, desde la iglesia de San Jorge, depositándolo bajo el altar mayor. Un lugar protegido para evitar que los robaran. Pasan los siglos y todo tipo de versiones dan pábulo a leyendas que llegan a especular hasta que ascendió a los cielos en cuerpo y alma como su Maestro. No será hasta 1818 cuando los frailes conventuales piden autorizacion al Papa para excavar en la referencia existente. Y allí la encuentran, itacta, tal como fray Elías la depositó. Las obras de arte que contienen ambas, la Basílica superior como la inferior, dan para un capítulo de la historia del arte y no solo italiano. Tanto para los que ya hace tiempo estudiamos a Giotto, Cimabue, Simone Martini, Lorenztti…, como quien se acerca a ellos por primera vez, todos quedamos sobrecogido por tanta belleza.
De este último artista citado y en uno de los arcos de esta gran cripta donde se encuentra la tumba, destaca el ciclo de la pasión de Cristo, con la Última Cena entre ellos...
Y ahí está, en vivo y en directo aquella diapositiva que me tocó en uno de los exámenes de juventud (que por fortuna llevaba bien preparado). Brevemente: El espacio hexagonal, donde se desarrolla la escena principal, ya marca la diferencia de cuantas representaciones se conocían hasta el momento. La división con un segundo espacio menor y las anécdotas que contienen, hacen que nos acerquemos al momento más allá de ser simples espectadores. Los que sirven la mesa conectan una y otra parte, acercándonos a ella aún más, y así, ya en la cocina, dan a un perro las sobras mientras un minino descansa placidamente. Toda una revolución narrativa para aquel tiempo. Habíamos llegado temprano y sin excesiva bulla, al salir, peregrinos y turistas se confunden, frailes guiando fraternidades de jóvenes se alternan con guías de pinganillo, el don de lenguas les es dado a todos por la gracia de Apple o Android. Más adelante, camino de la trattoria, (ese tipo de restaurante italiano de comida tradicional) nos vamos encontrando tiendas de souvenir repletas de sanfranciscos
grandes, medianos y pequeños al igual que santaclaras, coronas seráficas con cuentas de olivo, de nacar o en plata, blancas vírgenes dellarobbia, taus para colgantes y collares, cristosdesamdamián hasta en llaveros, porciúnculas a la par… un todo heterogéneo va alternando con aceite, vino, embutidos artesanales, ricas viandas surtidas y variadas que, sin que estorbe nada de lo expuesto, nos sumerge en el medievo
deambulando por sus callejas y plazas, admirando casas, palacios, iglesias... y en todo ese conglomerado lleno de vida, el franciscanismo formando parte esencial de su historia... y Olegario como nuestro mejor relaciones públicas.
Y ya que estamos retrocediendo en el tiempo, en el de San Francisco, me da por pensar que disponer de artistas como los citados, de tanto renombre y prestigio en aquella sociedad, debió costar una pasta, pero nuestro santo había irrumpido en en ella cambiando todos los esquemas y si antes de morir arrastraba voluntades y seguidores, una vez en el cielo, nadie renunciaba a obtener la mediación del Poverello allá arriba, así que todo el oro del mundo no era suficiente con tal de salvar el alma, por lo que no debieron faltar benefactores.
La Orden y sus seguidores se habían convertido en un éxito, de ahí que tampoco faltará un fraile donde sea necesario, fuera en cabañas o palacios, por supuesto que la presencia en estos últimos ayudaba a socorrer a las primeras. Y así nos encontraremos muy pronto franciscanos como consejeros reales, obispos y cardenales, que ya lo fue San Buenaventura, tampoco faltarán desde los primeros tiempos eruditos en todas las materias y hasta papas con influencias y poder inimaginables. En la foto de abajo, el mausoleo de Nicolás IV, el primer papa franciscano, en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma. |
Todo fue muy rápido, y noble o plebeyo que no podía ser fraile, se hacía terciario, porque aquel carisma estaba por encima de cuanto terrenal hubiera. Se puede traslucir que terciario (cordígero) fue también Dante y estudiosos de su obra así lo acotan cuando refiere literalmente que llevaba una cuerda alrededor de la cintura, y no por casualidad. Su familiaridad con la orden franciscana le permitió conocer y amar al Santo de Asís hasta el punto de que le dedicó un canto entero en la Divina Comedia.
En la foto, Dante y Beatriz se encuentran con Santo Tomás de Aquino, que les muestra a Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís (Paradiso, XI). Miniatura en manuscrito de la Divina Comedia del siglo XV de Giovanni de Paolo. Enumerar la importancia de la orden a través de los hechos sería infinito, pero no me resisto a mencionar al también terciario Cristóbal Colón, para el que providenciales fueron los del Seráfico Padre en la aventura del marino por llegar a las indias. Si no me creen pregunten a Fray Juan Pérez y Fray Antonio Marchena, a la sazón por la Rábida.
Pero retrocedamos, que ese fue otro viaje de los frailinos años ha, para seguir con el que hoy nos ocupa y alguna otra curiosidad acontecida a la nada de morir el hijo de Pica y Pietro. Considerando que el fraile Girolamo Masci levó las llaves de Pedro de 1288 a 1292 como Papa Nicolás IV y nuestro Francisco muere en 1226, solo habían pasado 62, por lo que debía estar alucinando a la derecha del Padre con la importancia de la Orden en tan corto espacio de tiempo. Seguro que en más de una ocasión le dieron ganas de bajar. Bien conocía él las cosas que pasan en este valle de lágrimas. Hasta las diferencias de interpretacion de su mensaje que se producirían entre sus frailes nada mas morir. En realidad, San Buenaventura fue clave para interpretar de forma auténtica y fiel la figura de San Francisco de Asís, dotando a la Orden de realismo incardinado en el carisma del fundador. Un gran tema para este viaje que, seguro, habría sido un placer escuchar en boca de Fray Alfonso (García Araya). Y en esas, nos cuenta Vicente Valero en su precioso libro “El tiempo de los lirios” cómo, José Saramago, comunista y ateo, intentó que bajara cuando escribió su obra teatral “La segunda vida de San Francisco”. Pero a la vista está que lo del comunismo… como que no, porque tampoco bajó. Sería prolijo citar a cuantos autores se han acercado a su figura después del citado Canto XI del Paraíso en la Divina Comedia; también contemporáneos, desde la literatura con Chesterton o Kazantakis, al cine o el teatro. Pero leed, leed "El tiempo de los lirios" que os resultará un placer.
En el cine es imprescindible Rosellini con su “Francesco, giullare di Dio” de 1950, que consiguió plasmar la sencillez en su forma más depurada. Si no la habéis visto, vedla, es para postrarse ante su arrollador efecto sobre quienes, de alguna u otra forma hemos estado en los aledaños. Otro director de militancia comunista y bienintencionado cristianismo, como fue Pasolini, nos dejó en “Pajaritos y Pajarracos” su impronta delirante con claras connotaciones políticas. Y qué decir de nuestro imprescindible Rafael Álvarez “El Brujo” con aquel otro “San Francisco Juglar de Dios”. Inmensa obra e inmenso actor. Lo que ya sabíamos es que, él, poco necesitaba y así lo hemos visto y corroborado. Toda “la grandeza terrenal”, por decirlo de alguna manera, vino después y ahí está la gran basílica superpuesta sobre la que acoge su tumba, para mí, con el objetivo de que tan magna obra preserve en su interior a la Humildad cual joya guardada en un cofre sagrado. Su Obra fue el mensaje que traspasó esos muros desde los que hoy, la Orden, tiene uno de sus mayores desafíos. Día 24. Tarde
PERUGIA No sabría decir donde almorzamos este día, pero me da que fue el comedor del hotel en el que seguimos degustando la gran variedad de pasta de la que nos surtimos en todo el viaje. Lo cierto, y así me lo recuerda Rafael Ángel, es que la tarde la dedicamos a Perugia, la capital de la Umbría y que con poco más de 160.000 habitantes, tiene una historia rica en acontecimientos, además de monumental y esto, nunca ajeno a quien ostenta el poder en cada momento. En aquellas luchas entre guelfi y ghibellini terminaremos por encontrarnos a aquel joven que con veinte años e hijo del comerciante de telas Pietro di Bernardone de Asís, va con el ejército de su pueblo a luchar contra los de la capital. Y sí, parece que aquello era mucho más que un Sevilla - Betis. Ya conocéis la historia y lo sucedido en la batalla entre las dos ciudades…, cómo cae detenido y el año que pasará prisionero… cómo San Buenaventura narra la vuelta de esa derrota convertida en triunfo para su alma y finalmente cómo Giotto también nos la ilustra en otro de los frescos de la basílica franciscana: “…una vez recobradas las fuerzas corporales y cuando iba adornado con preciosos vestidos, le salió al encuentro un caballero noble, pero pobre y mal vestido. A la vista de aquella pobreza, se sintió conmovido su compasivo corazón y, despojándose (…) vistió con ellos al pobre, cumpliendo así, a la vez, una doble obra de misericordia: cubrir la vergüenza de un noble caballero y remediar la necesidad de un pobre.”
Y así lo refleja Giotto en uno de los frescos en la Basílica superior deAsís. El autobús nos deja en la parte baja de Perugia, una más de las ciudades sobre un peñasco que por su ubicación ya eran de por si auténticas fortalezas, a diferencia de nuestras amuralladas castellanas y no solo, pero digo castellanas porque… ancha es Castilla. Pero lo de esta, va de otra cosa. A poca distancia, caminamos hasta una gran puerta que por su contundencia arquitectónica parecería etrusca y como adosada a la montaña. La luz que había en el ambiente vaticinaba algo extraño. Entramos y ¡Oh! ¿Esto es una ciudad subterránea o me lo parece? Oigo a mi lado.
Calles con altas bóvedas se suceden mientras avistamos otras que tuercen a derecha o izquierda, aquí una sala de exposiciones, más allá un pequeño comercio, callejuelas, placitas a ninguna parte, arcos que enmarcan puertas, transeúntes apresurados, turistas que se les resiente la artrosis cervical de mirar arriba, fotos por aquí fotos por allá... Fuera, la llovizna se hace notar y aquí dentro, el plástico de los impermeables turísticos, siguiendo a nuestra guía, dan a la escena un tono casi fantasmal… y muy adecuado. Bombillas de amarillenta y leve luz ayudan a crear ambiente. Ana que le dice a Diego que calcule los metros de cadena para colgar una lámpara en aquellos techos, varias callejas que van directas a la oscuridad, detrás de aquella esquina la sombra de alguien me alerta de no seguir…
Olegario que pregunta quién anda ahí ¡pero si hace nada estábamos vivos! y esa puerta enrejada? le pregunto yo. - Dante Alighieri en su Divina Comedia, contesta mi amigo. Si no fuera porque murió 222 años atrás de esta historia, bien podría ser. Begoña nos reúne entre los ciclópeos muros que se superponen unos a otros bajo la bóveda que no termina. Da como seguridad estar todos acurrucaditos. Bueno, chicos, pues estamos en la Roca Paolina...
¿De qué me suena este nombre? Ay, Paolo, Paolo… que te dejamos allá por cuando se había terminado el Pozo de San Patrizio… Pues sí, así es, por lo que se ve el Papa Paolo III tampoco anduvo ocioso en aquello de consolidar el poder pontificio. Por cierto, de nombre previo a Papa, como Alejandro Farnesio, igual que nuestro adherido Alejandro Farnesio que tan destacada valentía demostró en la Batalla de Lepanto… mira tú por dónde, pues era biznieto de esta Su Santidad, por línea paterna y nieto de Carlos V por la rama materna. A sus otros dos nietos los nombró obispos cuando uno tenían doce y el otro dieciséis años... no olvidemos que tuvo cuatro hijos siendo cardenal y la familia es la familia ¡Qué tiempos también el de estos papas! Permitidme que, ante tal circunstancia, haga alusión a la poesía que me ha venido a la mente de nuestro gran Don Luis de Góngora y Argote, aquella del Cura que en la vecindad... por amenizar tanta lectura: Venga, os dejo una imagen de cómo era la Roca Paolina en 1860, vista por un paisajista de la época.
¿Pues no que me he quedado con mal sabor por dejar a Paolo III tan a los pies de los caballos? Vale, después de tanta cal vamos a echar un poco de arena, así que ahí lo tenemos convocando, nada mas y nada menos que el Concilio de Trento, prohibiendo, mediante bula papal, que los indios del Nuevo Mundo fueran esclavizados, incluyendo que no fueran evangelizados por la fuerza, aprobando la fundación de la Compañía de Jesús, impulsando positivas e importantes reformas en la Iglesia…
Lo dicho ¡Qué tiempo aquel! Una escalera mecánica nos saca a la luz en la città sopra donde nos encontramos con esta airosa estatua en bronce inaugurada en 1890, que rinde homenaje a Vittorio Emanuele II de Saboya, último rey de Cerdeña y primer rey de Italia. Es el representante simbólico de la unificacion de Italia en 1861, aunque de facto con no poca ayuda de Garibaldi. Bueno, ya que estamos en Italia, bien vale un ligero apunte de su historia reciente y que implica a este rey que, aunque dejó espacio para que el legislativo actuara sin cortapisas, fue laxo en la actuación contra Musolini, permitiendo que el socialista convertido en nacionalista, asaltara el poder y a posteriori dejarle manga ancha al Partido Nacional Fascista para actuar entre 1922 y 1943. Con su participacion en la Segunda Guerra Mundial junto a la alemania Nazi y la derrota final, se celebró referendun entre una desprestigiada monarquía y la república. El 2 de junio de 1946 se erige y proclama vencedora la República Italiana, como forma de Estado de Italia hasta hoy día.
Perugia, en la que nos quedamos en nuestro primer viaje, bien merece dedicarle mucho más que tan pocas horas, pero en este momento hay necesidad de un descanso en alguna terraza de la Piazza IV Novembre, un salón al aire libre en el corazón de la ciudad teniendo en frente la Fontana Maggiore, maravillosa y monumental fuente realizada en el siglo XIII por Nicola y Giovanni Pisano, padre e hijo. Está compuesta por 50 bajorrelieves y 24 estatuas que van desde los meses del año con los signos del zodíaco a las artes liberales, la Biblia o la historia de Roma. Qué fascinante me parece todo. Al lado está la Catedral que algunos vimos y como curiosidad os cuento que en ella encontramos la Cappella del Santo Anello. Como lo lees, pero lo traduzco: Aquí se conserva el Santo Anillo de los desposorios de la Virgen María con San José. Has leído bien. Es la tradición tras la que hay una larga y rocambolesca historia, cuya narración aquí sería un abuso de vuestra generosidad lectora. Eso sí, para los mas curiosones, que los habrá, solo tenéis que pulsar en la imagen de aquí abajo y voilà.
.Lo que no quita que os diga que no fue la reliquia lo que “confiscó” Napoleón, sino el extraordinario cuadro de Perugino de “los desposorios de la Virgen” que pintó para el retablo de la mencionada Capilla.
Hoy se conserva en el museo de la ciudad de Caen al noroeste de Francia. ¡Qué sería de los museos franceses sin Napoleón Bonaparte “el confiscador”! En el tiempo y hasta la actualidad, todos los intentos de recuperación del cuadro por parte del municipio de Perugia han sido infructuosos: Para sustituirlo, y paradójicamente, el cuadro que se colocó en su lugar es del pintor francés Jean Baptiste Joseph Wicar, miembro del comité encargado de incautar obras de arte en Italia para ser enviadas a su país. ¡La grandeur de la France!
Ahí os dejo la foto que le hice: Otros insaciables, esta vez entre los nuestros, teníamos ganas de apurar el programa previsto y pudimos contemplar muchos rincones extraordinarios de Perugia, pese a la resistencia de nuestra guía y del ínclito Pablo, que daban la impresión de haberse pasado del horario, para martirio de nuestro sufrido Tomás Moreno que finalmente encauzó la visita.
Allí mismo, siendo parte esencial de la plaza está El Palazzo dei Priori o Palazzo Comunale. Se construyó entre 1293 y 1443 y es uno de los mejores ejemplos de edificio público de la península Itálica allá en el tiempo de las comunas medievales, de tan interesante historia. Hoy acoge al Ayuntamiento, además de la rica Galleria Nazionale dell'Umbria y las también visitables Sala dei Notari y La Sala dell'Udienza del Collegio del Cambio. Fue a este último al que accedimos quienes no habíamos desaparecido en la diáspora del relax de tanto atracón artístico. De la Sala de la Audiencia os dejo fotos de nuestra visita anterior, una lástima no haber accedido estando allí mismo, pero bueno, ya os he contado el desencuentro con los guías. Antes de nada, un breve apunte para entender la importancia de este edificio civil en la Edad Media perugina, un tiempo en el que las ciudades adquirieron relevancia y poder a partir de la organización gremial, que crearon estas instituciones para ordenar y promover los buenos usos del comercio, llegando hasta la representación comunal pues en ese periodo, el poder político de los municipios pasó parcialmente, en algunos casos casi al completo, a los priores, que así se llamaba a los representantes electos de los gremios.
Estamos en una de estas sedes, Il Palazzo dei Priori di Perugia, en que solo con ver el edificio y el arte que contiene, nos da idea del poder que alcanzaron. Como ya he dicho, nuestro acceso se limitó, por lo ya comentado, a la Sala dell'Udienza del Collegio del Cambio, Colegio que fue fundado en 1452, acogiendo al Gremio de Cambistas y Banqueros en la Perugia medieval. Pues bien, aquí estamos en un espacio bellísimo, famoso sobre todo por el ciclo de frescos pintados por Il Perugino entre 1496 y 1500, en pleno apogeo de su carrera. Están considerados como la obra maestra del artista y uno de los mayores logros de la pintura italiana en el umbral del siglo XVI. Ahí es nada, y por eso mi empeño en que estuviera incluida en el programa.
Exhibe frescos que integran figuras clásicas con personajes históricos griegos y romanos junto a temas cristianos, representando virtudes cardinales y distintos momentos de la vida de Cristo como la Natividad y la Transfiguración. En esta última, los expertos aprecian la intervención de un joven ayudante que más tarde se convertiría en el gran pintor Rafael.
Pietro Perugino incluyó su autorretrato dentro de los frescos decorativos, haciendo constar su conexión personal con la obra.
Y por hoy concluimos. Se nos hace tarde, aún queda la cena y preparar la maleta ¡Mañana a Roma! Pero nada, un breve descanso y frescos como aquellos niños… para que mañana podamos madrugar. Aunque no sin cierto debate ya que, considerando que la primera visita es a las diez y en el camino tardamos dos hora y media ¡pues que salimos a las 7:30! Por tanto podremos rascar media horita más de sueño ¡Qué felicidad!
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